De algún modo, las historias dependen decisivamente de quien las cuenta. Son el narrador. Casi milimétricamente. O justo al revés. O quizá las dos cosas al tiempo.
Leo en The New York Times que han aparecido siete personas de la misma familia muertas en su casa de Indianápolis, reventadas a tiros. Y esos cuerpos esparcidos en varias habitaciones recuerdan inmediatamente a los de Holcomb, en Kansas. A los que contó Truman Capote en A sangre fría. También aquí habían entrado a robar y terminaron disparando. También algunos quedaron muertos sobre sus camas. También esta vez ha aparecido una noticia en The New York Times. Pero la distancia entre que la recorte Truman Capote o que no lo haga es mucho mayor que la que separa Indianápolis de Holcomb. No serán nunca la misma historia. Como tampoco fue el mismo el Holcomb de Capote y el dibujado por los demás, a pesar de encontrarse superpuestos en el mapa.
La historia es el narrador. Y al revés: Capote terminó tragado por Holcomb, peor que si le hubieran cargado de balas sobre la última cama.
balazos: La isla
Actualización, 5/6/2006: La policía ha detenido a dos hombres, uno de 28 años y otro de 30, que por lo visto habían oído relatos exagerados de las riquezas que escondía la casa. Uno de ellos había nacido muy cerca de la casa, y acababa de regresar de tres años y medio en la cárcel. Si lo pilla Capote...
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3.6.06
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