20.5.11

Lo de Sol

También pasé ayer por la puerta del Sol. Desde que salí de casa fui anotando algunas cosas, de las que sólo recuerdo parte.

Recuerdo, por ejemplo, que leí un periódico mientras desayunaba y que pensé lo que llevaba días pensando, que algún día todo el mundo se dará cuenta de lo que los periodistas deberíamos estar haciendo y no hacemos. Decía en ese diario uno de sus responsables que la protesta de Sol no es como mayo del 68, ni como la plaza Tahrir. Por mucho que quisieran, no había nada heroico a lo que merecieran compararse. Decía ese diario lo que he leído y oído mucho estos días. Les dicen a los de la plaza que lo que sea que creen que están haciendo lo están haciendo mal. No son maneras. Ni es el momento. Quizá si lo hubieran hecho antes... Pero ya es tarde. Se lo dicen como si los de la plaza les estuvieran escuchando. Y sobre todo sin casi haber intentado entender qué es eso que creen que están haciendo.

Es cierto que resulta complicado saberlo. De hecho, ellos mismos, que no siempre son los mismos, estaban esta mañana intentando descifrarlo, sentados en el suelo, pasándose un megáfono. Pero es que como muchos han dicho estos días, eso no son maneras: Si se va a montar un follón así, se sale con las cosas pensadas de casa. A ver, ¿dónde están sus propuestas? Ah, ¿que no lleva varita mágica? Pues circule, que para eso ya estamos nosotros.

Coinciden mucho estos días políticos y periodistas, algo cuando menos ligeramente sonrojante para nosotros. Les han intentado explicar a los de la plaza, tan confusos, qué es lo que realmente quieren y contra quién lo quieren. También han intentado explicarles mucho qué es lo que deben hacer. Como quien trata con ofuscados medio tontos: Mirad, pensáis que vais contra nosotros, pero estáis equivocados, en realidad nosotros estamos aquí para ayudaros, que quizá no lo habéis entendido bien del todo.

Así pasan los días, con muchos periodistas pensando que son los que protestan quienes tienen que entender, en lugar de sus lectores, espectadores, oyentes. Con casi todos los políticos convencidos de lo mismo. Ambos en la misma ilusión de que esos que protestan, y muchos otros, solo les escuchan a ellos. Instalados en la ceguera que les impide ver que los que protestan, y muchos otros, se escuchan cada vez más entre sí. Y cada vez les prestan menos atención a ellos y sus coreografías.

Cuando llegué a Sol, había unas doscientas personas alrededor de un grupito con micrófono. Algunos sentados, otros rodeando de pie a los sentados. Pero lo más interesante sucedía en las orillas de eso. Ahí se cruzaban personas de todo tipo y edad. Desconocidos que hablaban, discutían, se escuchaban con interés, y seguían su camino. O se quedaban a escuchar a los del micrófono.

A esa hora de la mañana, antes de que llegaran a Sol los que van allí después de salir de trabajar, se ve mucha menos gente que en las atestadas fotografías nocturnas. Esa hora de la mañana es a la que deberían aferrarse los que alertan sobre la infiltración de grupos acostumbrados a la okupación. Los que tenían el micrófono, decían de qué había que hablar y daban quitaban la palabra se parecían mucho a los que recordamos más de las fotos de okupas. También los que han organizado grupos que manejan la comida, la comunicación y la limpieza.

Los que avisan estos días seguro que recuerdan que los romanos ya se habían dado cuenta entonces de la importancia de controlar las cañerías. Y ya se sabe quién maneja ahora la basura.

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