En la playa también he estado mirando qué hace con los periódicos la gente que los compra. Una observación breve, por otra parte. Básicamente, los leen. Sin efecto aparente.
A quien más recuerdo es a una mujer de unos setenta con gafas blancas y el pelo recubierto de rubio. Empezó el periódico por la portada, fue pasando páginas, y calculo que no había alcanzado la mitad cuando se quedó dormida, con el artefacto despanzurrado cubriéndole el pecho, el vientre y los brazos. Quedaba a la vista un rostro de evidente placidez. El periódico como arrullo de lectores, tal vez su única función verdadera. En el transcurrir de sus letras y en el posarse levemente sus páginas sobre su sueño.
La mujer despertó unos minutos después. Y ya no se retiró el papel, ni el rostro, mientras hablaba con su presunto esposo incorporada sobre un costado. Hasta que se levantaron a ejecutar su paseo y ya no los vi más.
1.7.11
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