26.11.13

Marina Oswald


La otra gran viuda del asesinato de JFK fue Marina Oswald. Hace unos días, Paul Gregory, que llegó a tener una relación de cierta intimidad con el matrimonio, contaba de ella en The New York Times Magazine una especie de dolor desdoblado, entre lo televisivo y lo doméstico:
Al día siguiente, el lunes por la mañana, el Servicio Secreto intentó mantener el televisor apagado, pero Marina —de nuevo bebiendo café y encadenando cigarrillos, con lágrimas cayéndole por la cara— insistió en ver el funeral de Estado de John F. Kennedy. Durante mucho tiempo había admirado a la primera dama y pedía a su marido que le tradujera cualquier artículo de revista que encontrara sobre el presidente. Siguió viendo la retransmisión hasta que los agentes se la llevaron corriendo para que pudiera asistir al funeral de su propio marido en el cementerio Rose Hill. Esa tarde, el ministro luterano no se presentó, y el ataúd lo portaron varios periodistas.

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